Hace un tiempo que no escribo, concretamente desde que los conocimos. Algo inesperado ocurrió en el caminod de Chauen a fes, dos caras nuevas se cruzaron en nuestro camino. Una simple galleta hizo que en nuestro viaje se cruzaran dos chikitos para compartir 4 días increíbles.
El viaje en autobús no fue fácil, por lo que tuvimos mucho tiempo para hablar. Y así, como que no quiere la cosa, empezamos a compartir experiencias. Llegábamos a una ciudad desconocida para los 4 y totalmente diferente a lo que había conocido hasta el momento. La locura reina en Fes con aproximadamente 1 millón de personas viviendo a un ritmo frenético, el estrés madrileño puede recordarse en algún momento, pero sólo es la primera impresión.
Nos alojamos en la 'Ville nouvelle' y nuestros nuevos amigos en la antigua medina. Esa noche pudimos descubrir el que sería uno de los mejores recuerdos del viaje: la terraza de Mohamed el bereber.
La toma de contacto fue peculiar ya que nuestro primer encuentro con la medina se produjo sobre las 00:30... y si, digamos que no es el mejor momento :) A esas horas su aspecto no es del todo hospitalario, sino que está poblada de rostros sin luz que vagan por las numerosas callejuelas que forman su laberinto. La primera sensació recuerdo que fue de vértigo y miedo ante aquel paraje desértico, pero cuando llegamos a la terraza con nuestros amigos todo cambió... hospitalidad, música en directo con guitarras y voces de ensueño, conversaciones en cualquier idioma.. vamos, un oasis de paz en medio de la nada. De aquí salió la banda sonora del viaje: yo voy caminando, a la montaña donde nací..
Han sido los días en los que menos hemos dormido.. cada noche el tiempo pasaba sin que te dieras cuenta... té tras té... caramelo tras caramelo ;) Pero también tuvimos tiempo de sudar la camiseta recorriendo la medina justo cuando el sol estaba en lo más alto. Temperaturas de unos 45 graditos nos acompañaban... Y bueno, la primera vez que fuimos a recorrer conocimos a un gran chico, Youssef. Rondaría los 18 años y era una persona afable y cercana. Con él conocimos el barrio de la Mell-Ha (sinagoga incluida), parte de la medina menos turística, los grandes cementerios y algunas casas. Toda una experiencia. Cuando nos despedimos de él fuimos a visitar uno de los trabajos más duros que he podido ver hasta ahora: las curtiderías.
A través de muchas de las tiendas de sus alrededores podías acceder a terrazas desde las que se veía todo el proceso de trabajo. Un gran patio se abría en el centro, todo lleno de pieles y lana. En el suelo se formaba una especie de "panal" donde se veía una zona de agujeros blancos y otra de varios colores.
Ahí es donde se tratan y se tiñen las pieles. El olor por los productos químicos usados tanto naturales (heces de paloma) como preparados suele ser bastante desagradable. Y en esas condiciones podías ver como los hombres y niños, por supuesto ninguna mujer, se introducían en los agujeros casi hasta la pelvis con la piel al aire...
Mientras tanto nuestros amigos estaban perdidos por las callejuelas y rezando para poder salir...jajja y no, lo que pasa es que siguieron las indicaciones de la guía paso a paso, y una de ellas dice claramente que hay que perderse por la medina :D
Y a la noche volvimos a reunirnos en nuestro agujerito de paz.. risas, música, palmas, té... qué más se puede pedir?
Y al día siguiente un gran petit-dejeneur para coger fuerzas y redescubrir la medina juntos. Sol, sudor, paseitos.. muchos líquidos perdidos en las medinas! Todo para acabar entrando en la terraza, claro..jajja hasta que llegó la hora de partir hacia la 'Gâre' para coger el tren rumbo a Marraketch.. menudo viaje! próximamente...