"El día comenzó temprano. El sol hacía acto de presencia colando sus rayos a través de la ventana, esa ventana que a veces nos separa del mundo y que en otros momentos le hace palpable y aún más cálido de lo que se presenta. La noche anterior esa vista estaba iluminada por los fuegos del nuevo año, por celebraciones diversas que se fusionaban como canto a un nuevo año, como canto a la alegría de seguir viviendo. Las estrellas, los fogonazos, las serpentinas y el confeti daban paso en la mañana a los pajarillos revoloteando en el jardín, al cielo despejado de toda nube y a un sol radiante que te invitaba a disfrutar el día.
Y así se iniciaba uno de esos días en que sientes que rozas el cielo, un gran desayuno para coger energía y los ojos de la persona que amas apostados en tus mejillas. Los rayos van llenándote las pilas, tu piel se eriza y sólo desea comerse el mundo, disfrutar de cada rincón de la ciudad que elegiste para ser tuya.
Como después de cualquier gran fiesta, las calles reflejan el cansancio del día anterior. Las consecuencias son palpables, cualquier otro domingo las calles están repletas de gente, pero hoy no. Las calles han despertado mucho más tarde de lo habitual, al menos para la mayoría de las personas. Los puntuales del Rastro siguen ahí, pero muchos decidieron acurrucarse en su edredón y disfrutar del descanso merecido. En cualquier punto el ambiente era tranquilo, la gente se movía más despacio. Es como si el primer día del año sirviera para pensar tranquilamente cómo afrontar el resto, una breve pausa antes de subirse de nuevo al tren. Tal vez sea uno de los pocos días en que la aceleración desaparezca, una grabación a cámara lenta podría reflejar bien el espíritu reinante. Y la verdad, me llena de alegría. Porque se parece más a mi manera de vivir, tomarse un tiempo para cada cosa, así es como más lo puedo disfrutar. Todo está al alcance de la mano pero no se intenta atrapar todo de una vez.
Y el parque.... todavía presenta ese aspecto otoñal romántico que te envuelve en una película antigua mezclada con un cuento de hadas. Las hojas todavía caen, los colores marrones predominan. Y hasta los animales están más despiertos gracias a la ausencia de frío.
Sentarte en un banco y sólo ver pasar las ardillas, los pájaros, las personas que disfrutan del "silencio" de la naturaleza en plena ciudad.. mientras disfrutas de unas pipas, unas risas, unas caricias. En ese momento ver salir un elfo del tronco de un árbol no estaría desubicado, o que la ardilla hubiese mantenido una conversación para contarte lo que llega a ver desde la copa. Y es que hay tantos mundos en una sola ciudad....
Y todavía quedaba mucho día por delante... vinos y tapitas, niños correteando por el barrio, el teatro abriendo sus puertas a decenas de personas... y el hogar que espera tu retorno. El regreso al otro lado de la ventana.. con nuevas ilusiones, nuevas ideas, nuevas experiencias compartidas y dispuestos como siempre a no dejar de soñar."
(alternativa de video: No llores - Canteca de Macao)
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