lunes, 21 de junio de 2010

Conocerte

No sé cómo me enganchaste
cuándo sucedió sin más
pero anhelo poder tocarte
y sentirme en tu mirar.

Conocer esos grandes ojos
albicelestes como tu mar,
curvas sinuosas entre pendientes
que me engullan sin tener que pensar.

Olores, percepciones,
experiencias, ilusiones...
perderme en tus callejuelas
y navegar por tus cordilleras.

Por tus cuadras van mis sueños
imaginando el poder pisarte,
¿cómo serán tus gentes
podré soportar tu aire?

No sé ni cómo ni cuando
cruzaré el enorme estanque,
pero algún día podremos tocarnos
y quien sabe si querré soltarme.





miércoles, 9 de junio de 2010

Ella

Ayer me encontré con ella. Me miraba fijamente a los ojos como si me conociera de toda la vida, pero yo no lograba recordarla. Sus ojos enormes, esa mirada tan abierta, el azabache que te atraviesa el alma... no podía escapar de ella. No sé cuanto tiempo pudo pasar, pero todo alrededor perdía su forma y la importancia de los deberes del día a día desaparecieron, así, sin más. La cabeza que llevaba tan cargada de preocupaciones, tareas pendientes, problemas laborales, inseguridades... todo palideció cuando esa pequeña se fijó en mi.

No levantaba más de un metro del suelo. Llevaba el pelo cortito, pero no demasiado, sus bucles afloraban con soltura. Ese pelo oscuro remarcaba más todavía sus rasgos, dulces y a la vez agresivos. No sabía qué podía estar pensando, qué razón la abría llevado a frenar en la acera justo frente a mi.
Por mi cabeza pasaron varias ideas: estaría perdida, la habrían abandonado, sabría volver a casa.... pero ella misma me dio la repuesta: me buscaba. Decía que yo la había abandonado, que lo hacía en ocasiones, pero que siempre estaría ahí para ayudarme.

Empezó a hablarme de su vida, yo todavía seguía paralizada de la impresión. No sabía qué tenía que decir ni qué hacer, pero sabía que no importaba, ella era quien llevaba las riendas.
Me contó que tenía dos hermanos, los dos mayores que ella. Desde que nació se había sentido muy arropada, como el juguete de la familia. Más allá de posibles celos, lo que vivió fue justo lo contrario. Muchas veces al despertar de una de sus siestas podía ver la cabecita de uno de sus hermanos asomando a la barandilla de la cuna, mirándola, sin más. Sus padres la tuvieron en su habitación hasta bien mayor, les costó aceptar que algún día iba a crecer. Esas noches con la mano de su madre metida en la cuna para que la niña pudiese dormir agarrada a ella... no podían ser eternas.

Me siguió hablando de cómo con sólo 5 años de vida se sentía tan querida, tan feliz. Su cabecita empezaba a llenarse con ideas de cómo quería ser de mayor, de cómo quería cambiar el mundo, de cómo deseaba viajar para poder conocerlo todo... la ilusión se reflejaba en su rostro y sus ojos brillaban como dos grandes estrellas.

Entonces me hizo pensar, más bien recordar... mi memoria no suele ser muy buena, pero esta vez funcionaba como un reloj suizo. Empecé a revivir mi infancia, a recordar todos esos grandes momentos que viví con mi familia, cómo empecé a descubrir la vida... y entonces me di cuenta: delante de mi sólo estaba yo. Esa parte que en ocasiones corre peligro de desaparecer, esa que carga con toda la ilusión y la fuerza para poder seguir adelante, luchando, y no desfallecer.

Gracias pequeña, siempre te cuidaré.

martes, 8 de junio de 2010

Tiene que haber de todo..

Mirando a mi alrededor puedo ver gran cantidad de mentes insulsas que se creen por encima del resto de seres humanos sólo por pertenecer o trabajar para una familia. Viven de tiempos pasados que fueron mejores, donde hacían realmente cosas interesantes y valiosas, pero que hoy no son más que simples cenizas de antiguas hogueras.
Por alguna extraña razón, muchas personas comparten la idea, esa idea del "prestigio" por pertenecer a una comunidad, grupo, club... vamos, por pertenecer a algo que no es accesible para cualquiera. Y mi pregunta es: ¿por qué eso añade valor? Hasta hoy no he logrado encontrar la respuesta. Por mucho que me cuenten historias, por muchas versiones de la misma realidad que escuche; en mi cabeza creo que no hay hueco para ese término. No habré nacido con los genes necesarios para sentirlo.
No caeré en tacharlo de estupidez, cada uno con su vida, pero tampoco toleraré que no se respete a las personas que como yo jamás lo compartirán. Y eso no significa que no se sepan valorar las cosas, no señores, lo que significa es que el valor de las cosas para algunas personas radica en lo que te hacen sentir, lo que te pueden llegar a aportar, lo que les puedes aportar. 
Tantos castillos en el aire, tanta falsedad ininterrumpida, tantas fachadas sin intereses y tantos anzuelos para tan pocos peces....
En fin, pero la rueda seguirá girando, cada uno viviendo en su realidad, porque a alguien un día se le ocurrió decir que "en esta vida tiene que haber de todo", aunque no siempre esté de acuerdo...

lunes, 7 de junio de 2010

Tiempo dormido

Hay veces que pasa,
ni tus ojos lo notan entrar
fluye y riega tus entrañas
sin que nadie lo pueda parar.

Esa magia que va y viene
agita tus alas para alzar
un vuelo que arranca del presente
y que no quiere cesar jamás.

Las palabras se acumulan en la mente,
se pisan sin dejarse avanzar,
y el caos que gobierna este inconsciente
sólo en la noche se ha de liberar.

Donde nada puede controlarle
todo su esplendor hará brillar,
desde el más débil al más fuerte
verán sus piernas temblar

unas veces por el miedo
otras de ardor y felicidad,
¿vía de escape de una celda
o pensamientos sin encauzar?

El Por qué no está en todas partes
por mucho que quieras buscar,
céntrate en mirar adelante
para escoger qué camino dibujar.



(fuente: http://www.lacompania.net)