miércoles, 26 de diciembre de 2012

El payaso sin nombre


Hoy le vi de nuevo, estaba desde temprano en el semáforo al lado de mi trabajo. No sé si sería el de siempre porque estaba demasiado lejos, pero llevaba las mazas blancas habituales con las que intenta regalar muchas sonrisas y de paso sacarse algo de dinero.

No está siempre, le vi por primera vez hace unos meses. Yo tenía uno de esos días grises en el trabajo en el que sales sin energía después de que te la hayan consumido por completo con problemas banales. Y ahí estaba él, con su nariz roja y su ropa de colores tiñendo mi día de otro color. Además de hacer grandes números de malabares, estaba todo el rato amenizando la situación con ideas dispares que te sacaban una sonrisa enseguida. Y gracias a él mi día cambió.

Hoy, viéndole de nuevo salir una y otra vez con el semáforo en rojo para lidiar con los conductores del momento, no pude evitar que un pensamiento se me viniera a la cabeza: ¿por qué estar sentado en una oficina durante 8 horas está mucho más valorado que alegrarle el día a decenas de personas?
no es que no valore mi trabajo, seguramente todos son necesarios, pero lo más necesario en el día a día es ser feliz. Si una persona en un sólo instante es capaz de cambiar tu estado de ánimo, ¿por qué no recompensarle? es el dilema de siempre, los trabajos están enfocados al interés, a crear dinero y más dinero, o más bien movimiento de dinero para que unas pocas personas sigan llenándose los bolsillos.

Si nos dieran a elegir cómo emplear esas 8 horas creo que muchas personas no elegirían su trabajo actual, si nos remunerasen por llevar a cabo nuestras aficiones todos seríamos más felices. y para eso no hace falta regalar el dinero, simplemente dar valor a otras actividades que a día de hoy se consideran improductivas. ¿te imaginas poder hacer varias cosas en lugar de una sola? podrías estar un rato sacando a pasear a los animales de otros, pasar unas horas cuidando los jardines, hacer compañía a tantas personas que están solas... sólo son unos ejemplos que se me ocurren a día de hoy teniendo en cuenta que aún me siento medio dormida. pero si te fijas, muchas de las cosas que hacemos repercuten en mejorar la vida del resto. ¿cómo cuantificar esto para poder darle un valor monetario? ni idea, en mi cabeza sólo están las ideas, por ahora no encontré la manera de hacerlo.

Pero todo es ponerse a pensar, seguramente ya hay personas que viven así y simplemente no las conozco, sencillamente no son la mayoría. habrá que investigar fuera de los cauces marcados para encontrar realmente una forma de vida que nos haga felices en todo momento... un primer paso puede ser preguntar a los payasos con los que nos crucemos.